Jean-Luc Nacy
sobre Kiarostami
Cristina Fernández Matarrubia presentó
recientemente su tesis final del Máster de Producción Artística de la UPV (Facultad de Bellas Artes), un
trabajo titulado Nuevas formas de ver y
pensar el cine contemporáneo. El caso de Miguel Ángel Baixauli.
En breve publicaremos un link
para poder acceder a este estupendo trabajo. De momento quisiéramos publicar
aquí el análisis que Cristina Fernández hace en su tesis de algunos fragmentos
de Temps d´aigua. Ahí va:
La película se abre con una cita
de Cézanne: “Tenemos que darnos prisa si queremos ver algo todavía, todo
desaparece”.
La primera secuencia es un primer
plano fijo del terreno de cultivo de arroz. La cámara está muy próxima a la
tierra, y capta cómo el agua del regadío va avanzando lentamente hasta
empaparla del todo. El sonido de esta escena tiene tanta o más presencia que la
imagen: está trabajado en un ascenso de intensidad muy pausado, subiendo
lentamente el volumen hasta saturarlo un poco al final del plano, algo que se
repite en otras dos ocasiones durante la película (en un larguísimo plano sobre
el agua de un canal, hacia la mitad de la misma, y en el también larguísimo
plano final). A lo largo del film este sonido del agua estará, en cualquier
caso, presente, en muy diversos matices, trabajando como un elemento
cohesionador de las imágenes y como un leitmotiv sonoro.
Con un corte de plano se da paso
a la siguiente secuencia, un travelling hacia delante por uno de los
canales de la Albufera. Este paso se marca con el inicio de una música
extradiegética y de una voz en off, que dice así:
Es como si un extranjero
llegara a un lugar desconocido y se quedara atrapado en una fascinación
irremediable. Fascinación por la luz, por los ritmos, por la vitalidad de la
gente que habita este lugar. Es como si, en ese momento, el extranjero
descubriera que él mismo pertenecía a esta tierra, que el origen de su apellido
mismo era precisamente de aquí, de esta minúscula parte del mundo. Y esto lo
descubría en el momento preciso en el que su propia tierra estaba amenazada de
desaparición, cuando los últimos habitantes, sin duda antepasados suyos, le mostraban
las últimas huellas de una forma de vida en extinción, la fragilidad de gestos
y palabras dejadas caer, casi imperceptiblemente, en el agua del tiempo.
